lunes, 14 de noviembre de 2016

LÉXICO

PALABRAS DE ORIGEN LATINO Y RENOVACIÓN DEL LÉXICO

Seguimos con los mapas mentales. Esta vez con una nueva herramienta: bubbl.us. Para ello subrayamos, en primer lugar, los aspectos que consideremos más importantes relacionados con las palabras de origen latino y la renovación del léxico que aparecen en las unidades dos y tres de nuestro libro de texto. No nos llevará más de veinte minutos realizar este mapa mental que nos ayudará a entender mejor el significado de estos vocablos.
Incluyo algunos ejemplos de mapas mentales hechos a mano sobre diferentes aspectos. ¡Son una auténtica chulada!


domingo, 6 de noviembre de 2016

LA ILUSTRACIÓN

LA ILUSTRACIÓN


Los alumnos, por lo general, están acostumbrados a estudiar de memoria. Dominan poco o nada las técnicas de estudio: no son capaces de resumir ni de esquematizar ni de retener simplemente lo que es relevante, o sea, de sintetizar. 
Con el fin de enseñar a mis alumnos de 4º de ESO qué es un mapa mental y de enseñarles qué es importante o no a la hora de estudiar de cara a un examen, he realizado un mapa en www.mindmeister.com sobre La Ilustración para lo cual he tomado como base los contenidos que aparecen en el libro de texto de Santillana con el que trabajaremos este año.


viernes, 4 de noviembre de 2016

PLAN LECTOR


Siempre que los profesores proponemos libros de lectura "obligatoria" lo primero que preguntan nuestros alumnos es cuántas páginas tiene el libro. Me exaspera. Creo que hemos equivocado el rumbo, compañer@s. Nuestros alumnos no leen por nuestra culpa. Sí, aunque suene inculpatorio y cuestione, una vez más, nuestro trabajo como docentes. Pero es que no podemos pretender que a todos nuestros alumnos les guste el mismo tipo de libros. Yo odio, por ejemplo, los libros de ciencia ficción. Por nada del mundo se me ocurriría, ni en uno de los días más aburridos de mi vida, enfrascarme en una lectura sobre ovnis, cataclismos, virus radiactivos, experimentos varios... ¿Cómo podemos pretender, entonces, "obligar" a alguien a leer sobre un tema que ya de entrada lo que le provoca es no coger un libro jamás?

Para este curso propuse en mi departamento la posibilidad de ofrecer a los alumnos un "Plan de lecturas aconsejables". Este plan consistía en ofrecer a cada curso un listado de diez lecturas de temática variada (amor, aventuras, historias detectivescas, mitología, ciencia ficción, intriga...) y que fueran los propios alumnos los que eligieran, dependiendo de sus gustos, una lectura para cada evaluación. La idea fue bien recibida pero el plan no quedaba ahí. Tampoco creía entonces ni lo creo ahora que la lectura deba ser evaluada a través de una prueba escrita. Un examen no implica que el libro haya sido leído y menos que se haya disfrutado de la lectura. Por este motivo propuse que los alumnos llevaran a cabo después de cada una de las lecturas una exposición oral tomando como punto de partida las nuevas tecnologías. Quiero que mis alumnos lean, que disfruten con la lectura que han escogido, que alimenten su curiosidad, que sean creativos, críticos... 

Mi gozo en un pozo. Cuando propuse a los alumnos en qué iba a consistir el plan de lectura casi tengo que parapetarme detrás de la mesa. "Mejor hacer un examen", decía uno. "Eso es mucho trabajo", añadía otro. "Yo no lo hago porque me da mucha vergüenza salir ahí (señalando la pizarra) y que se rían de mí". "Yo no tengo ordenador", yo, yo, yo... ¡BASTA! Lo más curioso de todo esto es que la mayoría de las quejas surgieron en 4º de ESO mientras que los alumnos de 1º y 2º de ESO lo vieron como un cambio natural, algo nuevo por lo que sentían curiosidad e interés. 

Poco a poco, con mucha paciencia y esfuerzo, los alumnos van aflojando la soga con la que ciñeron mi cuello. Les he ofrecido mi ayuda: que no están solos, que yo les serviré de guía y apoyo, que cuando algo no se sabe siempre deben pedir ayuda. Además, vaticiné que el primer trabajo no saldría todo lo bien que quisieran, pero que practicando lograrían mejorar cada día. Les dije que mis primeras lentejas fueron un auténtico desastre, que la segunda vez que las cociné empezaron a parecerse en algo a las de mi madre, que la tercera vez que las cociné ya se podían oler y comer y que después de unos cuantos platos, mis lentejas son las mejores lentejas del mundo mundial.

El jefe de mi departamento  realizó dos presentaciones para que los alumnos tuvieran claros todos los pasos y los libros que se iban a proponer. Su apoyo y el de mis compañeros ha hecho que esto sea posible. No sé qué ocurrirá a partir de ahora. En breve saldremos de dudas. Si esto no funciona habrá que inventarse otras argucias, pero es importante que los jóvenes desarrollen la lectura expresiva, comprensiva y crítica.


Made with Padlet

martes, 1 de noviembre de 2016

AUSENCIAS


Había llegado sigilosamente para instalarse en la habitación de mi hermano. Como todos los monstruos buscaba el cobijo de aquel cubículo oscuro para acurrucarse entre las mantas que todavía hibernaban, entre las bolitas de naftalina colocadas estratégicamente aquí y allá. Al principio, se presentó con un cuerpo negro, alado y deforme, cuyos ojos, si los mirabas de cerca, parecían estar inyectados en sangre.

Durante muchas noches, a la misma hora, el monstruoso ser esperaba agazapado en la oscuridad de aquel armario hasta que mi hermano se rindiera al sueño. Un grito bastaba para que yo, desde mi habitación de príncipes valientes y princesas imaginarias, corriera al encuentro de aquel niño desvalido como una heroína capaz de las más temibles gestas.

-¡Ha venido para matarme, lo sé!-gritaba entre hipos y sollozos-. Si lo vieras, Marta, tú tampoco podrías dormir. Está siempre ahí,- mientras señalaba la puerta del armario- esperando. No va a irse nunca, no hasta que...

Yo intentaba calmarlo inventado historias edulcoradas de héroes, hadas y duendes que espantaban, durante las horas restantes, las pesadillas del niño. Después llegaba el silencio. Arrebujado entre mis brazos, mi hermanito se rendía de nuevo al sueño y yo me dejaba vencer también, aunque siempre alerta, expectante, vigilando que aquel monstruo horrible no perturbara nuestros sueños.

Como cada mañana, desde que habían empezado las pesadillas, mi hermano se levantaba taciturno, pálido y ojeroso. Apenas desayunaba, se vestía lentamente calibrando cada una de las prendas que se iba a poner, sus ojos siempre fijos en la puerta entreabierta del armario. Arrastraba los pies de camino al colegio. No sonreía. Su mirada parecía perderse en algún espacio concreto que yo no lograba adivinar. Durante los recreos hacía inmensos esfuerzos por parecerse al resto de niños de su edad, pero yo sabía que algo no andaba bien. Había envejecido.

Por aquel entonces yo estaba en mi penúltimo curso del colegio. Mi hermano tenía apenas tres años menos que yo. Siempre habíamos estado muy unidos, pero mucho más desde que nuestros padres se habían separado y habían decidido ocultárnoslo todo. Mi madre trabajaba mucho y no tenía tiempo para nosotros, y cuando llegaba a casa lo único que quería era un poco de tranquilidad. Nuestros juegos fueron por este motivo siempre silenciosos; nuestros miedos, también lo serían.

-Mamá,-dije una mañana a mi madre mientras desayunábamos- Alberto no puede dormir por las noches. Dice que hay un monstruo en su armario que se lo quiere llevar.
-Eso es normal a su edad, hija. Dile que los monstruos y los fantasmas no existen, que su miedo no es real.
-¿Por qué yo no he tenido nunca miedo?
-Porque tú eres una niña muy madura y siempre dices que no te gusta perder el tiempo con tonterías.
-¿El miedo es una tontería?
-Sí, cuando hay un ser espeluznante por medio. Ya lo entenderás cuando seas mayor.

Una noche, mientras repasaba para un examen de Matemáticas, oí de nuevo el grito ahogado de mi hermano como el ladrido famélico de un perro moribundo en la noche. Cuando entré, su cama estaba vacía y la puerta del armario, cerrada. Entonces, un susurro convirtió el silencio en una especie de letanía velada por mil secretos. La voz de mi hermano se ocultaba detrás de la puerta de aquel armario. "No está preparada", decía. "Mi hermana no lo entendería. Ella no cree que existas". Me quedé paralizada; mi hermano por fin se había atrevido a plantarle cara al causante de sus pesadillas. Pero, ¿qué es lo que yo no entendería?, ¿a qué tenía que estar preparada?



Contra todo pronóstico, a la mañana siguiente mi hermano amaneció sonriente, dicharachero y con ganas de comerse el mundo a dentelladas. Yo me alegré del cambio, aunque durante todo el día y el resto de días que le siguieron a aquel no dejaran de martillearme aquellas dos preguntas. La pesadilla había terminado. Ya no habría más monstruos encerrados en el armario, más noches insomnes, más gritos rompiendo la noche. Mi hermano, volvía a ser el niño que abría los ojos de par en par, asombrado, después de contarle alguna de mis historias; el niño que volvía a jugar en el recreo con sus amigos; el que se comía el bocadillo sin masticar. El niño de las mil preguntas, el que se quedaba embobado observando sus dibujos como si fueran auténticas obras de arte. Pero todo resultó ser un espejismo porque pronto la realidad se encargaría de darnos una tremenda bofetada.

El uno de noviembre de ese mismo año, el monstruo volvió con más fuerza que nunca. Mi hermano amaneció intranquilo después de una larga noche de insomnio. Mi madre no fue a trabajar aquel día. Como venía siendo habitual en las últimas semanas, todo me fue oculto: las idas y venidas de mi madre, las ausencias intermitentes de mi hermano, la presencia de mi padre ausente, las visitas no esperadas, las palabras contenidas, las miradas veladas... Algo estaba sucediendo y yo permanecía ajena a todo cuanto me rodeaba.

Mi madre se ocupaba de todo ahora, tenía las riendas y había edificado a mi alrededor todo un sistema de cierres y blindajes que me mantenían en un limbo de incertidumbres. Pero, ¿de qué intentaba alejarme? ¿Del monstruo que estaba atemorizando a mi hermano? Yo quería gritarle que no me dejara al margen, que yo no tenía miedo, y menos de un monstruo que se alimentaba de pesadillas ajenas. Pero todo fue en vano porque una noche aquel monstruo negro, alado y deforme desapareció para siempre dejándonos una terrible ausencia. 

Ahora, desde la distancia, he podido dar respuesta a aquellas dos preguntas: no estaba preparada entonces ni lo estoy ahora y tampoco lo hubiera entendido entonces porque apenas lo entiendo ahora. Solo sé que tengo miedo: un miedo enfermizo a la soledad; un miedo sordo y hueco a las ausencias nuevas y a las viejas; un miedo espeso, pegajoso y fétido a esas noches en las que consigo vislumbrar entre la niebla de mis sueños la insoportable figura de un monstruo negro, alado y deforme que espera agazapado en el armario de mi habitación.

UNA CLASE MUY ESPECIAL


Tengo la inmensa fortuna de no venirme abajo ante las adversidades, de crecerme y de reinventarme constantemente cuando las cosas no pintan demasiado bien. Eso es precisamente lo que me ha sucedido nada más empezar el curso. 
Imaginaos una clase de Refuerzo de Lengua en 1º de ESO con 11 alumnos potencialmente disruptivos, con escasas habilidades sociales, problemas familiares que no merecen, maleducados la mayor parte de las veces, agresivos en algunas ocasiones, desinteresados, distantes, absentistas, intolerantes... Ingredientes que pueden provocar el llanto o la huida más desesperada. 
Quise cambiar el nombre de la materia por el de El club Clandestino. MAL. Quise adaptar el contenido de las clases de Lengua a las de Refuerzo. MAL. Quise crear actividades participativas en las que todos se sintieran protagonistas. MAL. Quise ser divertida y simpática. MAL. Quise convertirme en la niña de El exorcista. MAL. Les informé que no haría exámenes y que no tenía por costumbre poner partes ni amonestaciones. MAL.
A punto de tirar la toalla, después de casi dos meses de clase, por fin he encontrado el hilo conductor, la conexión que ha hecho posible el milagro. La culpa la tiene Edgar Allan Poe, el  miedo, las benditas tecnologías, y Slenderman. Todo junto puede parecer explosivo, pero os aseguro que ha servido para amansar a las fieras, de momento. 

El proyecto "El cuento de terror" pretende afianzar en los alumnos las cuatro destrezas: leer, escribir, hablar y escuchar. Para ello es necesario aplicar  y alcanzar seis de las siete competencias clave propuestas por la LOMCE: comunicación lingüística, competencia digital, aprender a aprender, sentido de iniciativa y espíritu emprendedor, competencias sociales y cívicas y conciencia y expresiones culturales.

De momento todo va sobre ruedas. El trabajo es muy lento siempre, desmotivador a veces, descorazonador la mayoría. Pero yo sigo en la lucha, en pie hasta el final. Sé que dentro de un mes comprenderán y serán agradecidos, porque en el fondo se trata de niños a los que solo puedo dedicar afecto y cariño a pesar de sus desplantes y sus salidas de tono inapropiadas. Su comportamiento tal vez sea el reflejo de los comportamientos a los que están habituados. No conocen otros modos, otras formas de relacionarse. Tal vez nadie les haya dicho nunca que merecen la pena, que son capaces de hacer cualquier cosa, y que yo estoy ahí para sacar lo mejor de cada uno de ellos.