martes, 1 de noviembre de 2016

UNA CLASE MUY ESPECIAL


Tengo la inmensa fortuna de no venirme abajo ante las adversidades, de crecerme y de reinventarme constantemente cuando las cosas no pintan demasiado bien. Eso es precisamente lo que me ha sucedido nada más empezar el curso. 
Imaginaos una clase de Refuerzo de Lengua en 1º de ESO con 11 alumnos potencialmente disruptivos, con escasas habilidades sociales, problemas familiares que no merecen, maleducados la mayor parte de las veces, agresivos en algunas ocasiones, desinteresados, distantes, absentistas, intolerantes... Ingredientes que pueden provocar el llanto o la huida más desesperada. 
Quise cambiar el nombre de la materia por el de El club Clandestino. MAL. Quise adaptar el contenido de las clases de Lengua a las de Refuerzo. MAL. Quise crear actividades participativas en las que todos se sintieran protagonistas. MAL. Quise ser divertida y simpática. MAL. Quise convertirme en la niña de El exorcista. MAL. Les informé que no haría exámenes y que no tenía por costumbre poner partes ni amonestaciones. MAL.
A punto de tirar la toalla, después de casi dos meses de clase, por fin he encontrado el hilo conductor, la conexión que ha hecho posible el milagro. La culpa la tiene Edgar Allan Poe, el  miedo, las benditas tecnologías, y Slenderman. Todo junto puede parecer explosivo, pero os aseguro que ha servido para amansar a las fieras, de momento. 

El proyecto "El cuento de terror" pretende afianzar en los alumnos las cuatro destrezas: leer, escribir, hablar y escuchar. Para ello es necesario aplicar  y alcanzar seis de las siete competencias clave propuestas por la LOMCE: comunicación lingüística, competencia digital, aprender a aprender, sentido de iniciativa y espíritu emprendedor, competencias sociales y cívicas y conciencia y expresiones culturales.

De momento todo va sobre ruedas. El trabajo es muy lento siempre, desmotivador a veces, descorazonador la mayoría. Pero yo sigo en la lucha, en pie hasta el final. Sé que dentro de un mes comprenderán y serán agradecidos, porque en el fondo se trata de niños a los que solo puedo dedicar afecto y cariño a pesar de sus desplantes y sus salidas de tono inapropiadas. Su comportamiento tal vez sea el reflejo de los comportamientos a los que están habituados. No conocen otros modos, otras formas de relacionarse. Tal vez nadie les haya dicho nunca que merecen la pena, que son capaces de hacer cualquier cosa, y que yo estoy ahí para sacar lo mejor de cada uno de ellos.




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